lunes, 29 de noviembre de 2010

Por qué, Dios mio.




Entre palomitas, como las que hay en todas partes, vale la pena preguntarse otra vez... por qué si las personas dicen que es más importante la esencia que la forma, que el amor vale más que todo en el mundo, que hay cosas que el dinero no puede comprar, que el alma es más importante que el cuerpo, por qué si todos coinciden en que esto es lo más importante, por qué Dios Mio, le dedicamos tan poco tiempo e interés en hacer algún progreso en este campo, cuando en los otros campos si queremos progresar como nada. Hein?.
Porque no hay universidades que se ocupan del asunto, es la respuesta; y no hay universidades que se ocupen de esto, porque no hay profesores que de verdad quieran enseñar esto. No hay escuela. Y no hay escuela porque de hecho no hay más escuela que el ejemplo Y ahí si... se nos viene todo al piso.
Para salir de esto hay dos pistas útiles.
La primera es que cada cada uno de aquellos a los que le quede algo de humanidad, se haga el mismo profesor de lo que alcance a entender. Que sepa que hay gente que aún sabe poco, por edad o por descuido, pero que nos "están mirando" saber en últimas que todos de una forma u otra tenemos hijos...
Y segundo, que como buen profesor que quiere en serio que algo verdadero fluya no se olvide de seguir aprendiendo. Ahí se dice que si alguien que da ejemplo en lo poquito que entiende (o que nisiquiera eso) y que pregunta dónde está el sabor, no para robarse nada, sino como una necesidad real, encontrará.
Algo que nadie le puede robar a nadie y que por supuesto, el dinero no puede comprar.

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