viernes, 16 de agosto de 2013

Gasland, el documental del verdadero superman.


Superman existe y se llama Josh Fox. El era un jovén reportero que vivía tranquilo en su casa de campo en los Estados Unidos de América, hasta que un día le ofrecen mucho dinero para alquilarle su pedazo de tierra. Su respuesta fue: ``no`. A pesar de que puede huir de ahí e irse a vivir tranquilo y forrado, no quiere ver que las aguas del río en donde jugaba de niño se contaminen, ni tampoco quiere ver a su gente amiga envenenada. 

Gasland es el documental que nos cuenta en detalle esta historia. Al verlo, a ratos uno parece en medio de la Bruja de Blair, con bosques desenfocados y árboles pasando rápido; pero no, no es terror de bajo presupuesto es terror real y el dinero sobra. Para hacernos una idea pensemos en la intención de fondo: pretenden encontrar la forma de reemplazar el petroleo, ¿saben eso cuánto significa monetariamente hablando? Su plan es hacerlo con gas, fragmentando las rocas debajo de la tierra. Creativo el método, prometedor el temita este de no depender del petroleo, pero hay un problema y es que no funcionó. O si, puede funcionar pero el costo es muy alto: Ríos muertos, agua potable amenazada y en consecuencia gente enferma por todos lados. 

Está todo servido, hay criptonita (2.500 diferentes tóxicos son puestos en la tierra para extraer el gas) está el bienestar de muchas personas en peligro, y está Josh Fox, que es superman... Bueno, en realidad él todavía es Clark Kent, depende de la respuesta de los que ven su documental para tener los poderes que necesita.



Acá el enlace de la página oficial
http://www.gaslandthemovie.com/
y acá en donde pueden verlo con subtitulos en español.
http://vimeo.com/38883266

lunes, 12 de agosto de 2013

Qué malo es ser forastero.


Qué malo es ser forastero, dice el cantante (Fruco creo que se llamaba), y quién sabe porque lo diría pero lo cierto es que muchos de nosotros alguna vez lo experimentamos. No sólo viajando con este cuerpo, que sería la versión más burda, sino viajando también en el mundo de la ideas. ¿Quién hay más forastero que un muchacho de ideas raras?. Dígame usted, es un forastero en su propia cuadra. Hablando de ideas raras yo tengo una y, como es malo ser forastero, la voy a tratar de explicar, a ver si nos entendemos.


En realidad no es una idea mía, es una idea forastera y se trata de lo que hay que dejar para que el tema de la muerte sea algo coherente. Ustedes saben, todo acá sería perfecto si durará, pero, ¿cómo convivir tranquilos con esa tortura divina?, por decirlo así, que nos da cosas buenas para después quitárnosla, ¿es la temporalidad la regla más cruel en el macabro juego de Dios?.

Dicen que toda la filosofía se resume en preguntarse si vale la pena seguir vivo o no. Y casi que cualquier acto tiene en el fondo alguna idea que nos hemos hecho de lo que es la vida, bien sea ignorando o bien sea incluyendo a la muerte. Antes de que me pierda mucho volvamos al punto. La idea rara es que para incluir la muerte en la vida hace falta dejar de hacerse ideas peregrinas, renunciar, desapegarse, ahí esta el punto.

La explicación queridos amigos (tengan paciencia con el forastero), es que podemos ver la renuncia como algo más amigable cuando nos damos cuenta de que no renunciamos a lo que tenemos, de hecho lo que tenemos, así sea una moto nueva, no nos agrada más que un ratico, pregúntele a cualquier motociclista serio qué quiere... y sea lo que sea la moto que tenga el querrá otra moto, no renunciamos a lo que tenemos, renunciamos a lo que podríamos tener. Y eso es en palabras sencillas y directas se llama ilusión. 

Ahora esto hay que entenderlo bien, no es que nos debamos dejar las ilusiones, los ideales, se trata de pensar, de ver cómo los ideales de tipo temporal nos han torturado tanto, y abrirle paso a renunciar a ellos, por ideales distintos, anti-materiales digamos, que resultan, de forma extraña, mucho más palpables que una moto.

En la foto cuatro almas caminan cerca a Vrinda Bhumi, en las montañas de Mina Gerais Brasil. Allá junto con voluntarios y amigos de diferentes lugares de Brasil y el mundo aprenden el arte de la renuncia.

viernes, 9 de agosto de 2013

Ballenas en Camborioú

A Camborioú venían ballenas. Ya no, casi nunca, por eso cada que pasa una crea sensación. La última vez, un año atrás, cuando una ballena grande junto con su hijo se dejaron ver desde las playas del balneario, el hecho hasta salió en televisión, un señor de traje presentó la noticia. Las ballenas ya no viene y uno puede adivinar por qué, es una razón muy sencilla: Les gusta más nadar que ser atravesadas por lanzas y cuchillos. Se entiende.


Penha está muy cerca de acá. Playas, montañas verdes, caminos rústicos y gente tan tranquila y simpática que cuesta imaginárselos masacrando cetáceos. Pero así es, o mejor dicho así fue. Porque las cosas cambiaron y ya no las matan más.

Antes era difícil para un morador de Penha el imaginarse siquiera que las ballenas podían tener otra utilidad que no fuera producir aceite. No se plantearon nunca, ni siquiera cuando llegaron los representantes del amor de Dios, quienes deberían informar del amor a todas las entidades vivientes, como se hace cada vez más claro en nuestros tiempos. Al contrario, la misma iglesia del pueblo, la capilla de Juan Bautista, tiene entre sus honrosos atractivos el haber sido construida con aceite de ballena y polvo de conchas.

Ahora es distinto, todos los habitantes pueden palpar cada día lo que era inimaginable, es decir, que se puede vivir sin matar a las ballenas. Ahora ya nadie se atreve a matar ninguna, pero no es por consciencia necesariamente, es porque ya no vienen más, game over. No hay sujeto como quien dice.

Por eso es bueno la imaginación, aunque sea para plantearse cosas locas como una vida sin matar a las ballenas antes de que se acaben, o imaginarse una vida sin comer carne, o por lo menos un lunes, mientras haya sujeto.


En la foto una calle de Penha con barcos barados a unos pasos de la casa/ashram de Vrinda Kunja, una querida amiga que por supuesto no se comería nunca ninguna ballena. 

jueves, 1 de agosto de 2013

En el fondo hay delfines. The Cove, La historia completa de tu amigo Flipper.


Qué va a saber uno lo que pasa en el fondo del mar, dicen que dependemos de eso, pero qué va a saber uno si lo que dicen es cierto... Nada sabe uno, en realidad, de algo tan grande y profundo. Pero al menos ese ``no saber``, nos debería llevar a cierto respeto, un acercamiento cauteloso, como niño pequeño ante niño grande. En fin. El asunto empeora cuando, al querer saber más de sus inquilinos, nos quedamos con la historia incompleta, justo lo que pasó con Flipper.

Y otra vez volvemos a lo mismo: qué va a saber uno de los delfines. Pero con Flipper todo fue distinto, teníamos un delfín simpático y bailarín en la sala de la casa. ¿lo recuerdan?. Cómo olvidarlo. Millones de televidentes y millones de dolares para la productora que terminado el asunto, muerto el animal, enterró su delfincito y se fue. Dejando atrás toda una generación con un muy infantil, pero sobretodo muy peligroso, gusto por los delfines. Lo que parecía nuestro acercamiento a los animales del mar y la subsecuente admiración de su naturaleza se convirtió en una una triste industria.

Nuestro amor por Flipper y sus amigos los delfines es ese amor cómodo en el que decimos amar muchas cosas, sin que implique mayor cosa. Sea world, por ejemplo, para el caso que analizamos, parece un sitio donde los amantes de los animales van... uno se imagina el dialogo: ``¿te gustan los delfines, mi amor?, te voy a llevar a verlos``. Y sí, el delfincito salta y los todos reímos sin saber que nuestra boleta de entrada al espectáculo ha hecho que el delfín sea también muy caro. Y que cazar uno sea muy rentable y así... ya se imaginaran con que gran ánimo, orden y en gran escala, cazan delfines ahora en el mar. Claro, de todos los que cazan sólo pocos sirven para el espectáculo, sobran muchos ``¿y ahora? ¿Qué hacemos con todo eso? ¿Se comerán?``...

Esa es la historia completa que podemos conocer ahora con gran detalle gracias a Ric O'Barry. Resulta que con Flipper no sólo ganaron los productores, el protagonista y entrenador de los delfines también, ese es Ric O'Barry. The Cove es el documental en el que O'Barry nos cuenta en detalle toda esta historia post-Flipper. La esperanza es que cuando The Cove ocupe en nuestras mentes tanto espacio y entusiasmo como lo tiene (o lo tuvo Flipper), entonces ahí, por fin, podremos tener una simpatía real por los estos animales del mar.

Los productores huyeron, su presentador se quedó para seguir hablándonos de Flipper, ahora depende de nosotros el querer saber la historia completa de Flipper o no. Mejor saber esto antes de sentar o andar en bicicleta al lado de tu querido mar.


http://www.thecovemovie.com/
The Cove Movie: Welcome