miércoles, 30 de enero de 2013

Caracoles en las playas de Tongoi.


En la playa de Tongoi se juega mucho a la raqueta. También nadan, no vamos a decir que no, pero lo que le extraña a uno es que jueguen tanto a la raqueta. Jugar a la raqueta es, sin duda, un drama menor frente a lo que puede estar pasando al fondo; con peces huyendo de otros peces, en esa escala vertiginosa de algunos pequeños que son comidos por otros más grandecitos, que a su vez son comidos por otros mayores, comidos estos por algunos ya miedosos, que se ven pequeños cuando vienen ahora sí los grandes de verdad... y así, hasta que las mismas ballenas no son más que ligeros desayunos.

Ante todo esto pasar la pelota con la raqueta es un acto simple, inocente apenas; hasta que miramos en perspectiva a estos jugadores-de-raqueta y descubrimos lo bien que se han organizado para que cada uno aporte con constancia su silenciosa cuota (una bolsita aquí, una botellita allá) que logrará, lenta pero seguramente, envenenar todo el mar y sus habitantes, no importa el tamaño.

Esto es Chile pero hay muchos argentinos acá por el verano. Justo a mi lado hay toda una familia y el mismo mar les inspira una conversación que escucho sin querer. Se trata de un tipo que compró un yate y lo tiene guardado en Venezuela. El meollo de la conversación es el dato de que así le sale mucho más barato que guardarlo en no sé que otro lugar. El clímax del diálogo viene cuando uno de los dos anuncia una cifra. Todo esto parece muy importante, pero por más sorprendidos y concentrados que estén no dejan de aportar con su botellita aquí, su bolsita allá.

El pez y la señora ballena, y hasta los caracoles de colores que en el mar andan nadando, también deben tener su opinión de los yates y de las botellas, y el mismo mar, y deben hablar entre ellos también, ¿quién sabe? Lo cierto es que digan lo que digan no se escucha, no parece el mar, a pesar de su tamaño, algo digno de tenerse en cuenta, ni siquiera nos parece vivo, salvo en los maremotos, eso sí; pero un maremoto, mientras uno lo mira así de tranquilo en esta tarde de verano, parece imposible.

En algún otro lugar alguien se agacha para recoger la basura tirada y esto es sí que es insensato, más le valiera sentarse a hablar con los peces: recoger basura mientras miles y millones tiran, ¡y sin pago! En la cultura védica cuentan la historia de una gorriona al que el mar le robo sus huevos y empezó con su pequeño pico a vaciar el mar. Al ver tal determinación en esta tarea imposible, la reina de las aves Garuda vino en su rescate y amenazando al mar le obligo a devolver los huevos. Hacer falta saber estas cosas, digo yo, no sé si me escuchan.

viernes, 18 de enero de 2013

¿Alguien quiere escuchar algo?

Pero, de verdad: ¿Alguien quiere escuchar algo?


Son cuatro, como es tradicional, les gusta que la gente aplauda, como se acostumbra, se quieren divertir, ¿y quién no?, y si los pones ha hablar de música aman a unos y odian a otros, como caballeros, eso sí. Todo parecía normal... la vieja historia del altanero aunque inofensivo muchacho del rock..

En vivo no decepcionan, de hecho son justo lo que uno espera de alguien que se para ahí en el micrófono con una guitarra cara colgada y en posición... todo lo que uno puede esperar de la buena música de estos tiempos: un vocalista que canta tan suave como ganas tiene de matarlos a todos, un bajista con buen paso, un guitarrista transmitiendo desde su propio planeta, y un baterista peligroso para la sociedad pero acorralado por voluntad propia tras los tambores. Y Vamos, ¡ahora!... Todo en orden, nadie se queja, nadie sospecha, no hay tiempo.

¿Las canciones? sí, son cortas.

Lo peor y lo mejor viene después. Resulta que ese vocalista que te hizo creer todo el tiempo que era un cantante, con su mezcla "timidez-valentía", y su promesa de la alegría que esta punto de de despegar pero que no puede, ese, no era tan así. Y a punta de repetir (ellas se repiten solas), esa serie de canciones que dejaste entrar, te das cuenta de que algo te picó. Cuando te enteras de que ellos se han vestido así para camuflarse no más, pero que en realidad no están ni ahí con eso de "cantar y ya", es demasiado tarde: Aparte de decirte la durita verdad te están invitando a otra cosa, a su casa incluso, ahora quieres saber más. Ese, el de gorra, te traicionó: no se limito a cantar y huir, ahora es tu amigo.

El disco tiene nueve canciones, se llama Primavera en Secreto y pronto será un lanzamiento de Cart Records, abajo les dejamos un video y un link, por si alguien quiere de verdad escuchar algo.



http://urbanmonk.bandcamp.com/

lunes, 7 de enero de 2013

Andando más que Frodo.

Hay una película en donde un muchacho pequeño le toca caminar mucho. Así estamos nosotros. Para arriba y para abajo en la Serena. Una ciudad que queda al norte de Chile que es un país que queda al sur de Colombia, que es un país que queda al norte de Ecuador, que está en la mitad. No sé si me explico. En Chile comen mucho pan. Para todo es pan. Los devotos del Señor, por ejemplo, le llevan a la gente su pan de cada día. En Serena la gente también se envejece. Aunque hay mar, playa y todo eso, igual les pasa. Ahora es verano y eso es bueno... porque no hace frío. Verano es lo que viene después de la primavera, que es la estación, que viene después del invierno, cuando hace frío, que es la estación que viene después de otoño, que es la estación que viene después del verano... parece fácil ¿no? Pero no lo es. Alguna gente, por ejemplo, piensa que los devotos son panaderos.

El otro día, estábamos alentando a la gente, que les toca meterse en un bus todos los días. Para ganarse la plata y para gastarse la plata también. Horrible, por donde se mire. Les decíamos, palabras más palabras menos, que todo iba a estar bien. Que efectivamente la coca cola no es la chispa de la vida. La mayoría de veces hacemos esto con el permiso del chofer. El chofer es el señor que dirige el bus. Osea el tipo al que le entregamos toda nuestra vida y nuestra fe durante un trayecto importante. No le sabemos ni el nombre, él no habla con los pasajeros, y algunas veces, no le gusta lo que hacemos, vaya usted y todos los cielos, a saber por qué. El chofer sólo cumple con llevarlos a su destino. Y ahí es dónde está el problema. ¿Para dónde va el bus a fin de cuentas? ¿Lo sabe el señor chofer? ¡Entonces que colabore, por favor!. Ni el pasaje vale lo que vale, ni la siguiente parada es la que él se piensa, ni la cola cola es la chispa de la vida. No, pero tranquilos, todo estará bien... si colaboran.
¿Cómo colaborar? Buena pregunta sobretodo para un ser humano. Mejor dicho "La pregunta del ser humano" Colaborar es cuando uno da su energía a algo, si exactamente como un trabajo, pero sin que le paguen. Aprender a colaborar a hacer cosas sin que le paguen y es la única forma en que las personas se liberan de su trabajo forzado. Quién lo iba a pensar: en épocas "post esclavitud", ¡y llenos de trabajo forzado!, sino es por el pago, nadie lo hace.