domingo, 22 de diciembre de 2013

Mayapur, Manrique.


Mayapur.
En el año 2013, en el Jahnavi Kunja Goudiya Math, ubicado a orillas del Ganges, en Mayapur Dham, un sadhaka de ropa azafrán Ananda Das llamado pasa sus días de juventud. Su preceptor Swami Maharaj le ha dado el servicio de hacer las compras del bhoga (alimentos para ofrecer al Señor de sus corazones).

Un día tranquilo de diciembre en horas de la tarde Ananda Das, dispuesto a realizar con presteza su seva, recibe de manos de la cocinera, la hoja en donde están consignados los diferentes nombres y cantidades de los vegetales y frutas y granos, necesarios para la ofrenda del día siguiente. Ananda Das invita a su compañero Hari Sankirtan Das a compartir la labor de las compras. Hari Sankirtan Das dice: . Por alguna razón les gusta conversar sobre esos ríos que se crecen en nostalgia de amor por su Señor.

Cuando se disponen a ir al mercado es costumbre que Ananda Das se demore en salir mientras arregla su ropa y su marca de tilaka.  Diez minutos (o más) pasan hasta que que aparece con su bufanda y su doti a la altura adecuada. Hari Sankirtan Das quiere hacer una broma comparativa de género, pero se limita a mirarlo. Ananda Das trae bajo el brazo una bolsa de fique, de plástico no, de fique. Plastic Labge na (no necesitamos plástico) y simplemente sonríe.

Cruzando el río.
Suele ocurrir que cuando en la taquilla, Ananda Das se quiere acercar para comprar los boletos del barco, cae en cuenta de que no tiene moneda de baja denominación. En este momento pregunta a Hari Sankirtan Das si tiene 4 rupis sueltos. Hari Sankirtan Das dice: no. Ananda Das y Hari Sankirtan Das tienen así que regresar hasta el Jahnavi Kunja por las 4 rupis.

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Mientras así realiza su seva, Ananda Das comparte con Hari Sankirtan Das algunos de los pensamientos que llegan a su cabeza. Ananda das, nacido y criado en un barrio de Medellín, Colombia llamado Manrrique, se siente admirado por estar en Mayapur Dham.  Es gracia a su Maestro, expresa Ananda Das, sentado sobre una bote que flota en el agua del Ganges.

Es un bote grande donde caben motos, bicicletas y unas 60 personas, algunos van de pie otros se sientan en la orillas, las mujeres siempre en Saris, los niños siempre tranquilos. Solo una vez Ananda Das y Hari Sankirtan Das presenciaron como un niño lloraba con escándalo y vieron como su mamá trataba de calmarlo cantando para él Hare Krishna Hare Krishna. Veinte minutos es la duración máxima del viaje. Ananda Das y Hari Sankirtan Das van ahora sentados en el extremo del barco, cada uno lleva la bolsa de su japas en su mano y van viendo cómo lentas y vacilantes, se acercan y toman forma las luces de Navadwip.

Bajarse del barco no es fácil ni para Ananda Das, ni para Hari Sankirtan Das, ni para casi ninguno de los tripulantes. Entre bicicletas y motos Ananda Das instruye a Hari Sankirtan Das para que diga: aste, aste, que significa cuidado en Bengalí. Ananda Das conoce algunas palabras y varias expresiones importantes del Bengalí, el idioma de estas tierras, Hari Sankirtan Das las aprende a su lado.

Dos Dhamvasis, es decir, dos habitantes del Dham, esperan para recibir los boleto al final del puente de hierro que conecta el muelle con tierra firme, hay uno a cada lado. Hari Sankirtan Das sigue derecho y hace una seña al cobrador indicando que su amigo Ananda Das lleva los boletos de los dos. Ananda Das entrega sólo un boleto y el cobrador llama: ¡Prabhu, prabhu!. Ananda Das se detiene unos pasos más allá y busca el boleto faltante en sus cosas. No lo encuentra y pregunta a Hari Sankirtan Das si él no lo tiene. Hari Sankirtan Das dice no. Ananda Das busca un poco más y al no encontrarlo hace un gesto con sus hombros y simplemente sigue su camino.

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En Navadvip.
Mientras recorren las dos cuadras que llevan al mercado Ananda Das pregunta a Hari Sankirtan Das por el boleto. Hari Sankirtan Das dice que no lo tiene. Ananda Das, asegura ahora que se lo entregó. Hari Sankirtan Das dice: no. Ananda Das dice: si, lo juro. Hari Sankirtan Das dice: no, lo juro. Dos pasos más allá el tema queda olvidado, mejor hablar de los dos hermanos más famosos de estas tierras y sus situaciones amorosas y locas. Goura-Nitay, ellos son Dios mismo y su hermano, eso acá lo sabe todo el mundo .

Ananda Das y Hari Sankirtan Das, bajo la luna de Navaduip, avanzan por la calle llena con pequeños almacenes en donde cuelgan, no una punta de anca o un pollo muerto, como en cualquier otra parte del mundo, sino cámaras, abanicos y demás artículos de parafernalia para la adoración. Van esquivando a los rikseros. (El riksero es el que maneja la riksa.  La riksa es el medio de transporte público más utilizados en la zona. Constan de una bicicleta con una amplia tabla en la parte de atrás, la tabla es completamente plana sin sillas ni más complicaciones).  

En el mercado Ananda Das mira su lista y avanza entre los puestos. Hay que comprar kola, o sea bananos, began o sea berenjena, cacha pepe o sea papaya verde, rasma o sea frijol, labhu o sea alimón, y alu o sea papa.  Todo no queda en el mismo lugar así que Anada Das y Hari Sankirtan Das tiene que separarse. Tras algunos gestos de Ananda Das, Hari Sankirtan Das se queda esperando unas papayas. Mientras el señor empaca las papayas Hari Sankirtan Das tiene un tinque. Informa oportunamente a Ananda das a su llegada. Ananda Das con presteza soluciona la situación: El senior ha había echado unas papayas de más, innecesarias por hoy.

Mientras terminan de empacar, en una maniobra rara, Ananda Das da un codazo a Hari Sankirtan Das en su cabeza. Hari Sankirtan Das agradece esta misericordia. Con humor Ananda Das pide perdón. Mientras Hari Sankirtan Das insiste en agradecer la purificación.

En la plaza a Ananda Das le gusta caminar de un extremo al otro sin sentido. Teniendo que comprar rasma o sea frijoles, Ananda Das pasa de largo por la esquina en donde está la tienda y al llegar a la siguiente, comenta: tenemos que comprar rasma. Hari Sankirtan Das le informa los frijoles se compran justo en la otra esquina por la que acaban de pasar. Sí, exacto dice Ananda Das y rehace su camino jubiloso.

Así solía ir y venir de Mayapur a Navadvip Ananda Das en las tardes. Cargando la japa y cantando. 


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