lunes, 23 de junio de 2014

La maquinita que va por dentro.


Descubrir que tenemos mente y que en ella esta todo es una cuestión maravillosa y reveladora. Quizás no todos lo entiendan, lo logren o lo asuman, pero el haiku es una gran respiro para el alma sin duda. Imaginar el sonido de una sola palmada, los dientes que se muerden a si mismos, si es el puño un sustantivo o un verbo, y demás maravillas de Allan y sus muchachos.
Ahora bien, lo realmente loco viene cuando a pesar de que la mente fue atrapada todavía queda algo, y es precisamente eso que no deja notar que la mente ha sido atrapada, o el origen de eso que atrapó a la mente, eso que nos deja notar cómo es ella.
Cada vez salen más ejemplos de la malicia de nuestra amiga mente: (Cómo cuando nos herimos un dedito, manda toda la atención allí, en vez de fijarse en el resto del cuerpo que está sano. O la última que escuche: que no hay mejor diurético que la puerta de la casa, o el clásico esta vez sí de Charly Brown y su patada). Pero siempre será más interesante poder sacudirse de esa emoción magnífica para conocer qué es lo que descubrió la mente.
Ese sí es el otro mundo.

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