viernes, 19 de julio de 2013

¿Quién quiere ver a un muerto?

¿Quien quiere ver a un muerto? A la misma Miss Universo, en una situación hipotética, después de un ataque cardíaco, nadie va a querer verla más. La muerte nos repele de forma natural. Alguien dirá: ¿pero qué hay de esos que escuchan música de gritos? metal que llaman, y que les gustan las calaveras. Claro, y en un primer momento parecen muy rudos, hasta que uno se da cuenta de lo tiernos que son en la vida diaria. No sé si les ha pasado. Uno llega a preguntarse incluso si habrá algo más tierno que un metalero de estos. El Día de la Bestia, esa película tan tierna, lo ilustra bien.

Pero volvamos al tema. La muerte, ahí está. Haciendo tan bien su juego, ese juego de hacernos creer que es una cosa para los viejos, y sobretodo para los demás. Pero ahí está, tranquila, con la tranquilidad de quien tiene la última palabra. Dejándonos sólo una sana opción: Interpretar, tratar de entender, de hacer algo útil.

Los que saben dicen que incluso puede llegar a un grado de utilidad tal que podemos concebirla como el mismo Dios. Kala, se llama, el tiempo, que lo devora todo. Así se explica, para el ateo Dios es la muerte, para el devoto la muerte es Dios. Y no es raro, la misma salsa (esa fuente de inesperada sabiduría bailable), lo dice: “Maestra vida camará te da y te quita te quita y te da”... La muerte, la vida, la misma cosa en últimas, la misma moneda, viene a eso, a enseñar, así empezamos a entender su utilidad. Y eso se sabe, Maestra vida, ya lo escuchamos mil veces. ¿Pero qué es lo que viene a enseñar? ¿Oh, qué será, qué será? Eso sí no es tan fácil de establecer. Y son muchas cosas. Cada cual va poquito a poco aprendiendo de la vida...

Hay dos opciones en la interpretación de los hechos que predeterminan el resultado final. Uno: todo esto no tiene sentido y fue planeado por alguien muy malévolo o por nadie en últimas. Dos: hay un plan de bondad y diversión detrás de todo esto. Cualquier entendido en el arte que sea sabe que hay que ponerle mística, sabor a la cosa para que tenga gracia. Sin eso el fútbol, por ejemplo, son 22 locos en pantaloneta corriendo detrás de un balón, el cine es una ejercicio donde muchos gente mira a un punto fijo durante dos horas como zombies... etc. Pero los entendidos de fútbol y de cine encuentran algo más ahí. De la misma manera los entendido en el asunto que ocupa este post saben que hay algo más ahí.

Así, o bien dices que no pasa nada, o bien le encuentras la mística y la diversión final a todo. La segunda opción nos lleva necesariamente a una conclusión y es que nadie se muere en vano y, llevando las cosas un poco más allá (jejeje, sí justo más allá), que nadie se muere. Que hayan periodos de separación, de incomunicación directa y palpable, sí. Pero nada más que eso. Nada que ver con cosas graves. Grave sí es, y esta es la lección que viene en paralelo, que aún pudiendo tener comunicación directa y palpable vivamos rodeados de gente muerta, incomunicada en lo esencial. En eso podemos trabajar al menos por ahora. Y así quizás poco a poco vamos a entender lo más complicado, eso de cultivar una relación de gente no presente.
Pero eso no lo vamos a saber, mientras sigamos siendo simples mortales.

Uno de los muchos pensamientos que han venido en los últimos dos días.
La ñapa: Cada día es como un plazo renovado que Krishna le da a uno a ver si se compone.

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